sábado, 14 de febrero de 2009

NAZIM HIKMET


Es una de las mejores voces de la poesía universal, nació en Estambul, Turquía, el año 1902. Y murió el 3 de junio de 1963 en Rusia. Le fue vedado regresar a su patria, donde, además, sufrió dieciséis años de cárcel, por su actitud y su obra profundamente revolucionarias en función de un mundo nuevo. "Pocos han sido duramente puestos a prueba como Nazim -comenta el escritor argentino Alfredo Varela, traductor de su obra Duro oficio el exilio-. Pocos poetas han tenido que pagar tan caras su fidelidad a la causa de los hombres".

A continuación, una selección de sus más destacados poemas.


SEGUNDA CARTA A TARANTA-BABÚ

Ellos van hacia allá...
Van Taranta-Babú, para matarte.
Desgarrarán tu vientre
Por ver tus intestinos aplastarse en la arena
Como hambrientas serpientes.
Te matarán,
Lo mismo que a tus cabras.
Ellos, que ni siquiera te conocen,
Como no los conoces tú, tampoco.
Y sin que tus cabritas saltaran su cercado.
Van, Taranta-Babú,
Desde Nápoles, unos,
Otros, desde Tirol,
Algunos hasta con mano cálida,
Con un dulce mirar apasionado.
Los navíos
Atraviesan tres mares
Para arrojarlos a la muerte
Juntos,
En ejércitos,
Cuerpos,
Batallones;
Pero uno por uno.
Creyendo ser llevados a una fiesta.
Van, Taranta-Babú,
Van en la llamarada de un incendio.

Y aunque, izando su enseña
Sobre el techo de paja de tu choza de barro,
Pudieran regresar a sus hogares,
El tormento nativo del Tirol,
Cuyo brazo derecho ensangrentado
Tuvieron que amputar en Somalía,
Ya no trabajará los lingotes de acero
Cual si tejiera seda,
Ni el pescador de la isla de Sicilia,
Que retorna con las cuencas vacías,
Volverá a ver jamás los colores del mar.

Enviados a la muerte y a matar,
¡Oh, Taranta-Babú!,
Van dejando la hilera de las cruces de lata
Puestas sobre las rojas vendas de sus heridas.


El día en que regresen a sus casas,
En la Ciudad Eterna, grande y justa,
Se encontrarán en alza los títulos y acciones.
Y, cuando ellos regresen,
Irán los nuevos amos
A saquear nuestros muertos.



ESTE ES NUESTRO PAÍS

Este país que finje la cabeza de un potro

Que, a galope tendido, desde el Asia lejana,
Viene a bañarse en el Mediterráneo,

Este es nuestro país.

Gente descalza, puños sangrantes, dientes apretados,
En una tierra que es como alfombra de seda:
Es este nuestro infierno y nuestro paraíso.


Que se cierren las puertas a los que explotan a sus semejantes,
Que se cierren por siempre,

Que los hombres no sean esclavos de los hombres:
Esta es nuestra consigna.

Vivir igual que un árbol, solo y libre.

Vivir fraternalmente como viven los ár
boles de un bosque;

Este es nuestro sueño.


1948




ANGINA DE PECHO

Si la mitad de mi corazón es
tá aquí, doctor,
La otra mitad está en China,
Con el ejército que baja hacia el río Amarillo.
Además, doctor, todas las mañanas,
Todas las mañanas, al amanecer,

Mi corazón es fusilado en Grecia.

Además, cuando los presos se hunden en el sueño,
Cuando los últimos pasos se alejan de la enfermería,

Mi corazón, doctor, se va...
Se va hasta una vieja casa de made
ra, en Estambul.
Además, doctor, estos diez años
con las manos sin nada que ofrecer a mi
pobre pueblo,
apenas una manzana,
una manzana roja, mi corazón.
Es por todo eso, doctor,

Y no por la arterioesclerosis, la nicotina, la prisión,
Que tengo esta angina de pecho.
Yo miro la noche a través de los barrotes

Y, a pesar de todos estos muros que me oprimen el pecho.
Mi corazón palpita con la estrella más lejana.


1948






EL CIGARRILO SIN ENCENDER

Puedo morir esta noche
Con la solapa del saco chamuscada de un balazo.
Se fue a la muerte, esta noche,

se fue por sus propios pies...

-¿No tienes un cigarrilo? -me dijo...

-Sí -contesté.
-¿Un fósforo?

-No:
la bala puede encenderlo -le dije.

Sin encenderlo, se fue...
No es difícil que ya esté
acostado largo a largo,

en la boca un cigarrillo sin encender todavía
y un agujero en el pecho...


Acción.
Signo de multiplicación.

Conclusión...

1930




SÉTIMA CARTA A TARANTA-BABÚ

Yo sé
Que los problemas cuya inteligencia

es todavía hermética
Para las luces de la mente humana,

Tal vez no pasarán de tres o cuatro...

Tú eres tan ignorante
como los catedráticos que dictan
derecho público internacional.
Pero si te pregunto:
-¿Cómo estás?
Me contestas:

-"Estoy palideciendo
lo mismo que la noche
cuando empieza a aclarar:
Poco a poco
yo pierdo mi color..."

Y si yo te pregunto: -¿Qué sucede

si a nuestras cabras
se les cae el pelo,

Si su leche
no brota más
en dos chorros de luz,
Y si nuestras naranjas
Se secan en los árboles
como soles pequeños,

Y la escasez recorre nuestras tierras
con duros pies de déspota?
Respondes: "¡Tu pregunta!

¿Cómo preguntas eso a una africana?
La escasez es la muerte, esntre nosotros,
Mientras que la abundancia es alegría..."
Bien, Taranta-Babú. Pues lo curioso
Es que aquí todo pasa al revés:

Este es un mundo
tan extraordinario
Que uno se muere de hambre en la abundancia
y vive en escasez.
Como lobos famélicos y flacos,
los hombres vagan por los arrabales,
Mientras se sierran los graneros,
Los graneros repletos de cereal.

En las hilanderías
se pueden fabricar telas de seda
en tanta cantidad
Como para alfombrar todo el camino
desde la Tierra al Sol.
Pero hay hombres descalzos,

y hasta hombres desnudos.

Este es un mundo

tan extraordinario,
Que se tiran café para los peces
Y no alcanza leche para las criaturas.
Se alimenta a los hombres con palabras

Y a los cerdos con papas.



PORT-SAÍD


En Port-Saíd, los barcos son innumerables...
En Port-Saíd

está próximo el sol y lejana la nube
En Port-Saíd, lustrado los zapatos,

pies desnudos, rapada la cabeza,
un niño de diez años, mi Manzur.

Es seco y negro mi Manzur

cual carozo de dátil
Gracioso es mi Manzur
y canta sin cesar la misma letanía:
ya habibi, ya aini
"Oh mis ojos, oh mi amor"


Han hecho arder Port-Saíd, mataron mi Ma
nzur
Hoy en un diario ví su fotografía:
Era entre tantos muertos sólo un pequeño muerto.
"Ya aini, ya habibi"
Oh mi amor, oh mis ojos
Cual carozo de dátil.

Noviembre 1956



LA INMENSA HUMANIDAD...


La inmensa humanidad va a trabajar a los ocho años
Viaja en tren de tercera
A pie por los caminos

viaja la inmensa humanidad

La inmensa humanidad va a trabajar a los ocho años

a los veinte se casa
se muere a los cuarenta

la inmensa humanidad

El pan
alcanza para todos menos para la inmensa humanidad
y lo mismo el arroz
y lo mismo el azúcar

y lo mismo las telas
y lo mismo los libros
alcanzan para todos menos para la inmensa humanidad

No hay sombra sobre la tierra de la inmensa
humanidad
no hay faroles en sus calles
ni vidrios en sus ventanas

Pero la inmensa humanidad espera
la vida es esperanza

Octubre, 1958



SOBRE LA VIDA

No es chacota la vida.
La tomarás en serio,
Como lo hace la ardilla, por ejemplo,
Sin esperar ayuda ni de aquí ni de allá.
Tu más serio quehacer será vivir.

No es chacota la vida.

La tomarás en serio.

Pero en serio a tal punto

Que, pueto contra el muro, por ejemplo,
Con las manos atadas,
O en un laboratorio,
De guarda polvo blanco y con grandes anteojos,
Tú morirás por que vivan los hombres,
Aún aquellos hombres

Cuyo rostro ni siquiera conoces.

Y morirás sabiendo, ya sin ninguna duda,
Que nada es más hermoso, más cierto que la vida.

La tomarás en serio,

Que a los setenta años, por ejemplo,

Plantarás olivares,

No para que les queden a tus hijos,
Sino porque, aunque temas a la muerte,
Ya no creerás en ella,
Puesto que en tu balanza
La vida habrá pesado mucho más.

1984





NIEVA EN LA NOCHE


Ni escuchar una voz del más allá,

Ni poner en la trama de los versos

las cosas inefables,
Ni andar como un orfebre tras la rima,
Las palabras preciosas y el estilo...


Esta noche, alabado sea Dios,

Yo estoy muy por encima

de todo eso.

Esta noche
Soy un cantor bohemio:

Mi voz está desnuda, sin ningún artificio.

Soy una voz que canta para ti
Una canción que nunca escucharás.


Nieva en la noche.
Y tú, a las puertas de Madrid,

Enfrentas un ejército de viles,
Que arrasa con todo lo más bello que te
nemos:
La esperanza, la nostalgia, la libertad, los niños.

Nieva en la noche.
Quizás tú tengas frío,
con esos pies mojados...
Nieva.

Y, mientras pienso en ti,

En este mismo instante,

Puede una bala atravesarte el pecho.
Y entonces sí... ¡qué nieve, ni qué viento!

Nieva.
Tú que, a las puertas de Madrid, dices No pasarán,

Antes de eso, sin duda, ya tenías experiencia.
¿Quién eras tú, qué hacías, desde dónde venías?
Tal vez llegaste de las minas de Asturias.
Tal vez sobre tu frente una venda sangrienta

cubre la herida recibida allá, en el Norte.
Tal vez de tu fusil

Partió la última bala
Cuando los Junkers incendiaban Bilbao.

O tal vez eras un obrero agrícola
De la hacienda de un tal Conde Fernando.
O tenías un puesto, en la Puerta del Sol,
Donde vendías frutas de vivos colores españoles.

Tal vez no tuviste un oficio manual.

Tal vez tenías una hermosa voz.
Tal vez fuiste estudiante, de derecho o filosofía,

Y tus libros quedaron bajo la oruga de los tanques itálicos.

Tal vez no crees en el cielo
O sobre el pecho llevas

Una pequeña cruz colgada de una cinta.

¿Quién eres, cómo te llamas, qué edad tienes?
Yo no he visto tu rostro ni lo veré jamás.

Quizás es parecido a los de aquellos
Que a Koltchak derrotaron en Siberia.
Quizás recuerda el rostro de aquel otro que yace

en el campo de Dumlupinar(*).

Es posible que seas el retrato cabal de Robespierre.
Nunca oíste mi nombre ni lo has de oir jamás.
Estamos separados por mares, por montañas, por mi maldito encierro,
Y por el Comité de no Intervención.

No puedo ni llegar a tu lado,

Ni mandarte una caja de cartuchos,

algunos huevos frescos,
O un par de medias gruesas.

Y, sin embargo, no ignoro que tus pies,
Plantados a las puertas de Madrid,
Tienen frío como los niños desnudos.
Y también sé

que todo lo que hay grande y hermoso,
Todo lo que, mañana, el hombre encontrar
á grande y hermoso,
Es decir, eso de que mi alma está nostálgica,

ríe en los ojos de mi centinela, delante de Madr
id,
Y que ayer y mañana, lo mismo que esta noche,
Yo nada podría hacer más que quererlo.

1937

(*) Pequeña ciudad de Turquía donde tuvo lugar una sangrienta batalla durante la guerra de la Independencia (1921)



LA NIÑA MUERTA

Soy yo quien golpea a tu puerta

A todas las puertas, a todas las puertas
Pero ustedes no pueden contemplarme
Es imposible ver a un niño muerto.

Hace diez años largos
he muerto en Hiroshima
Pero sigo teniendo siete años
Los niños muertos dejan de crecer

Al principio se inflamaron mis cabellos
Mis manos y mis ojos ardieron después
Me convertí en un puñado de cenizas
Que el viento dispersó.

Nada, nada les pido para mí
No podrían mierarme aunque quisieran
Una niña que ha ardido cual si fuera papel
no come caramelos.

Yo golpeo y golpeo cada puerta:
Dénme, dénme una firma
Para que los niños no sean asesinados
y coman caramelos.

1955

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